Pepa es una mujer rural, madre, hija y superviviente. Su historia no es solo la de un intento de asesinato a manos de su expareja, sino la de un sistema que falla, una sociedad que juzga y un camino de reconstrucción marcado por el miedo y la valentía. En esta entrevista, que puede verse en nuestro canal de Youtube (https://www.youtube.com/watch?v=vR2TK3-olJY&t=628s), Pepa rompe el silencio para hablar de lo que nadie cuenta: ¿Qué pasa después de ser víctima de violencia de género? La entrevista se emite con el sonido modificado y el rostro pixelado a fin de que no pueda ser reconocida.
Para comenzar, Pepa deja claro que: «Las víctimas no somos un número, ni un expediente judicial». Critica cómo la sociedad reduce la violencia de género a cifras o estereotipos: «No hay un perfil de víctima. Puedes ser empoderada, con estudios, y aún así sufrirla». Su relato desmonta el mito de que solo las mujeres «débiles» la padecen y denuncia la doble victimización: «Si no lloras en el juicio, parece que no fue tan grave».
El día que todo cambió
Tras pedir el divorcio, su marido intentó matarla. «Cumplió lo que siempre me dijo: ‘Si no eres mía, no serás de nadie'». Lo impactante no es solo el acto en sí, sino lo que vino después: la culpa, la vergüenza y el silencio. «Salía a la calle con la cabeza baja, como si yo hubiera hecho algo malo». Pepa señala cómo el entorno rural agrava el estigma: «En un pueblo, todos te señalan».
El sistema: «No están preparados para protegernos»
Preguntada por cómo le ha tratado el sistema, Pepa es clara en relación a los Abogados de oficio: «El mío me dijo que cobraba poco y no podía defenderme como el abogado de pago de mi agresor». Igualmente denuncia la revictimización en los juicios, las cartas que su agresor le enviaba desde la cárcel (incumpliendo la orden de alejamiento) y cómo nadie la alertó cuando le concedieron el tercer grado. «Me enteré por una amiga que lo vio paseando cerca de mi casa». En este sentido habla de una total falta de formación: «¿Cómo puede un abogado defenderte con solo 30 horas de formación en violencia de género?».
Las secuelas invisibles
Pepa describe el miedo como una sombra constante: con fobia a espacios cerrados (por el intento de asfixia). Ansiedad al conducir (revisa el coche obsesivamente) y por la culpa hacia su familia: «Cada lágrima de mi madre me partía en dos» dice en la entrevista.
Pero también habla de resiliencia: «Aquel día murió una parte de mí, pero renací». Con terapia, apoyo familiar y mucha lucha, aprendió a enfrentar el miedo: «Hay que mirarlo a la cara, aunque te paralice».
Pepa desea lanzar un mensaje a la sociedad «No queremos lástima, sino empatía. Que se hable de lo que ocurre después: del proceso judicial, de las secuelas, de cómo seguimos vivas pero no igual». Pepa exige más formación en instituciones, menos prejuicios y, sobre todo, que nadie más tenga que pasar por esto.
La historia de Pepa no es fácil de leer, pero es necesario escucharla. Porque la violencia de género no termina con la denuncia. Sobrevivir es solo el primer paso.
Tienes la entrevista completa en Youtube; https://www.youtube.com/watch?v=vR2TK3-olJY&t=628s